sábado, 8 de agosto de 2009

En torno del elemento tierra I

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Ferécides de Siro, maestro de Pitágoras, inicia el relato de su libro cosmogónico Siete escondrijos contando que Krono (tiempo), Zas (el que da vida) y Ctonia (perteneciente a la tierra) existieron desde siempre. Allí, en primera instancia se puede observar que la divinidad más cercana al elemento tierra aparece no sólo separada de la vida, sino también del tiempo. Y de algún modo, con ello se podría llegar a suponer alguna caracterización posterior para el elemento tierra –y el resto de los elementos–. A continuación, si se siguen las primeras etapas evolutivas de la cosmogonía de Ferécides, quizá se puedan sacar más conclusiones similares.
En primer lugar, Ferécides opta por empezar el relato de la creación desde Krono y no a partir del Caos (como sí lo efectúa Hesíodo, por ejemplo). En este estadio primigenio, interpreta que el semen de Krono produce fuego, viento y agua[1]. Dicho en otras palabras, Krono no promueve tierra con su semen, si se atiende a la clasificación tradicional de los cuatro elementos. Además, para un griego sería algo extraño que el semen de un dios produjese tierra, porque está acostumbrado a relacionarlo inmediatamente con el calor vital característico del animal, de lo que está animado. De este modo, se tiene la primera pauta para decir que el elemento tierra no comparte el movimiento animado y el calor vital que sí podrían llegar a tener el agua, el viento o el fuego. A lo sumo se encuentra en otro rango, en un nivel separado del calor y la vida, más cercano a lo frío y seco, lo inánime. Este enfoque es necesario comprenderlo de entrada para entender el punto de vista de la filosofía jonia. Por otra parte, a esta altura tal vez también sea conveniente aclarar que el nombre del libro de Ferécides se debe a los cinco nidos donde se refugian las factorías del semen, sumado a los otros dos donde están Zas y Ctonia.
Entonces, volviendo a Ctonia, Ferécides expone en una segunda fase su boda con Zas. Es un lugar común de las cosmogonías presentar la generación y evolución del universo como una serie de matrimonios. Parece ser que al tercer día del casamiento, Zas le hace a Ctonia un gran velo decorado con Ge (planeta tierra) y Ogeno (Océano) para regalárselo. Porque Ctonia representa, inicialmente, a la estructura sólida de la tierra. Y sólo con el recibimiento del velo se consumará definitivamente su matrimonio con Zas, y podrá ser reconocida bajo la forma abigarrada de Ge y Ogeno[2].
Visto en perspectiva, se podría estipular que Ctonia es el residuo material, el elemento inerte y sin vida. Una vez producido el movimiento del fuego, el aire o el agua, por medio del tiempo, recién ahí la vida transformaría a Ctonia en Ge[3], principalmente. Es decir, la tierra, con toda su materialidad y solidez inánime que la caracterizan, no sólo aparece separada del movimiento del tiempo y de sus producciones (aire, agua y fuego). Sino que a partir de su unión con la vida, en una fase subsiguiente, una vez activado el movimiento, recién puede conocérsela como “planeta tierra” (enredada con el Océano que la circunda). Porque en esta cosmogonía la tierra es considerada netamente como un elemento material, y sólo a ella se puede concebir de ese modo. Y esto es fundamental para el pensamiento de un jonio como Tales, Anaxímenes o Heráclito, puesto que nunca ubicarían en la misma posición a la arché. De ninguna forma estos jonios pondrían el principio constitutivo del todo en pie de igualdad con lo que tradicionalmente se entendió como elemento material. Para ellos, ya sean el aire, el agua o el fuego, de ningún modo son elementos en sentido materialista; quizá puedan entender que así sea la tierra y por eso ni se les haya cruzado por la cabeza ubicarla como arché. Pero nunca podrían pensar que en el agua, el aire o el fuego pudiera haber residuos inertes o sin el calor vital que recorre a la causa originaria. En todo caso, como elementos materiales, la transformación en los cuatro elementos de la naturaleza, recién surgirá con el desarrollo de la filosofía en la Magna Grecia.
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[1] Damascio, de principiis 124 bis (En KIRK, C., RAVEN, J., SCHOFIELD, M., Los filósofos presocráticos, Gredos, traducción de Jesús García Fernández).
[2] Grenfell y Hunt, Greek Papyri, Ser. II, N° 11, pág. 23, s. III; DK 7, B 2 (En Kirk, Op. cit.).
[3] En otras mitologías griegas, Zas es el dios Zeus, y Ge su esposa Hera.
por Marcos F. Beltrame

3 comentarios:

  1. Marcos, mis felicitaciones por el blog, ya me apunto como seguidora.
    Un abrazo.
    Ha, soy Carola.

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  2. Me ovidaba, sabías que desde facebook se puede hacer un enlace directo a cuentas de blogspot? Fijate, si te interesa hay una aplicación en mis notas del face para hacer el enlace directo.

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  3. ahí nos iremos innovando, el blog es del grupo de investigación y veremos que se hace... un abrazo!!

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