viernes, 27 de agosto de 2010

Notas para pensar lo común [1]

“Queridos Hijitos, su papá poco sabe de ustedes, y sufre por eso. Quiero ofrecerles un destino luminoso y alegre, pero no es todo y ustedes saben: Las sombras, las sombras, las sombras. Las sombras me molestan y no las puedo tolerar.

Hijitos míos, no hay que ponerse tristes por cada triste despedida. Todas lo son, es sabido, porque hay otra partida, otra cosa, donde nada, nada queda resuelto”[2].

Paco Urondo, “Hoy un juramento”


Hay otra partida, otro juego, otro armado. ¿Acaso otro mundo?

Las sombras y el silencio. La sordera. Un grito deviene palabra. Un latido, acción. La palabra y el amor, la palabra y el poder, la palabra y el saber, la palabra y el deseo, la palabra y el sujeto. Lo común y la palabra.

Algunas palabras comparten experiencias y saberes, otras comportan el amor. Pero la palabra, también, se trenza en relaciones de fuerza, que en algunas ocasiones destraban conflictos, y en otras los hacen visibles. Le ponen palabras al grito.

“Compañero” es una palabra que nos alimenta. Nos comparte lo que tiene, su pan. Esa función nutricia que porta la palabra es lo común.

“Alumno” es otra palabra en cuya arqueología encontramos los sedimentos del alimento. El alumno es aquel que se alimenta; y en los espacios educativos el alimento es la palabra. Todos nos nutrimos de la palabra.

¿Cuál es el lugar de lo común en una institución que vincula la palabra y el saber? ¿Lo común es el salario o el trabajo? ¿Qué hay de común entre el que se alimenta de la palabra y el discente de aquella? Y entre el que escucha la voz de mando y el que la ejecuta, ¿Qué hay de común?

La palabra cualificada estructura un orden social. La estratificación social que se deduce de ese orden, conforma algo que nos gustó llamar “Aristocracia Epistemológica”; y esa formación social es posible porque presuponen que no hay nada Común; y que todo debe ser enseñado, mostrado, conducido, gobernado.

¿Pero es que nadie puede nada?, o al revés ¿acaso todos pueden todo? Bueno, quizás, todos podemos algo. Pero hay que desearlo, hay que buscarlo, hay que militarlo. ¿Qué pasa con el Deseo en una institución? Ese fantasma perverso acusado de endogamia, y asquerosa confusión erótica. ¿Llegará el día en que se caigan las mascaras y digan de una vez que “el Deseo es terrorista”!? Ese fantasma siempre puesto a raya, no dejará de arrastrar su grillete como un eco insurgente a la conciencia bien pensante de la vida institucional. Pues, él también porta lo común.

Cuando el amor, el poder, el saber y el deseo confluyen, entonces decimos que existe una verdad histórica. Y una verdad histórica tiene siempre la carne de un Sujeto. No un sujeto-sujetado; ni tampoco un sujeto-sustantivo sino un Sujeto-Verbo, un Sujeto-Acción. Porque al fin y al cabo, “Ser” es antes que nada un verbo. Y es la Palabra-Verbo, la Palabra-Acción lo que quizás tenemos en común. Entonces sí, en ese caso algo puede cambiar.

Pero en eso escuchamos una voz sombría y poco vital (aunque no tanto como las sombras de Paco). Nos dice: ¡Cuidado! Todo puede cambiar, incluso podremos casarnos en pie de igualdad. La palabra circula, ¿Ya no hay monopolios? El campo popular progresa. Avanza en su camino hacia lo común. Lo común vendrá algún día, se dice a sí mismo un fiel peregrino. Pero en cada paso que damos para alcanzarlo, a su vez, se posterga. Y nadie sabe porqué. Paco lo sabía (entregó su vida por eso), y nosotros apenas creemos tener una sospecha, la diremos así: Todo puede cambiar. Todo, excepto lo propio. Es lo único que se exige: NO APROPIARSE. Lo propio no es común, lo propio es mió. Y lo común es de todos. Pero la palabra para nombrar aquello que es de todos y que no es mío, no es “lo común”. Es “lo publico”. ¿Es acaso lo público un eufemismo de lo común? Lo público tiene rejas, tiene policías. Y si se toma un espacio público (como la CUES) conlleva a una contravención (Para el caso, preguntémosle al Prof. Rodríguez Otero). Entonces, diremos, a veces, lo común y lo público, no se llevan tan bien…


[1] Estas líneas fueron leída a modo de introducción en la Mesa de Pensamiento Político y Social. “Debates en torno a lo Común” Organizadas por el Colectivo Simulacro. Realizada el 27 de agosto de 2010, en el marco de la IV jornada de Filosofía en el ISP-JVG.

[2] A la memoria de Mario Heler



2 comentarios:

  1. Muy bueno, muchachos, muy bueno. Me gustaría haber estado ahí pero me ganó la contingencia. Espero poder leer las intervenciones. Abrazo!

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  2. lindo el texto y bien leído también

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