domingo, 1 de agosto de 2010

de la enseñanza nómada

En La pizarra (2000), de la directora iraní Samira Makhmalbaf, la situación escolar aparece puesta en una perspectiva que la corre de la habitual enseñanza obligatoria, de los típicos problemas marginales, e incluso de la conocida experiencia de aquel alumno que recorre varios kilómetros para recibir algo más que otra clase en el aula. La película transcurre en la frontera con Irak. Allí una serie de maestros se adentra en el semidesierto iraní, junto con sus pizarrones a cuesta, a la búsqueda de alumnos, o mejor dicho, de quienes "quieran aprender a leer y escribir, o a multiplicar". Si alguien pensó alguna vez en qué tipo de estrategias educativas utilizar para entusiasmar al público que asiste de modo apático y sedentario, no sólo se sorprenderá por el esfuerzo que realizan estos heroicos docentes, yendo a buscar sus potenciales estudiantes en los lugares más recónditos de la región. Sino que también notará con sorpresa que la situación del aula se vuelve dinámica, borrándose todo tipo de frontera temporo-espacial: "ya que puede ser acá, en este momento que tu utilizas para descansar"; "o puede ser allá, cuando tu necesites una ayuda en tu recorrido". Porque estos intrépidos maestros, además de encontrarse con pueblitos perdidos en el medio de la nada, donde la comida y el agua son algo más que valioso por su escasez, también deben enfrentarse con pequeños grupos nómades. Y no estamos hablando de ningún devenir del nomadismo, sino simplemente de agrupaciones de niños en hilera, con pesadas cargas que cruzan de un lado a otro de contrabando; o movimientos migratorios que no recuerdan muy bien cómo llegar a su patria natal.
Y si por otra parte, de todos modos sí se quisiera hablar del devenir nómada, obviamente no lo veríamos en las asentadas circulaciones que van de un punto al otro, en los ciclos que comienzan aquí o terminan allá. Ya que la escuela que casi conocemos absolutamente, con todo su bajage curricular, termina fugándose completamente en la hora y pico de esta película: la enseñanza sí se vuelve nómada, tiene que ir al ras del territorio, hacerse a la par con él y encontrar la fisura necesaria por dónde entrar (en esos grupos que vienen y que van), llegando al paroxismo de que incluso una situación de sexo bien puede ser utilizada como el mejor recurso para captar a regañadientes un alumno siquiera. Como se imaginarán, la enseñanza no sale para nada favorecida, al menos desde una primera apreciación.
Tal vez una suerte de problemáticas podrían discutirse si en alguna oportunidad la miramos e intercambiamos algunas opiniones al respecto. Sobre todo cuando sentimos la imperante necesidad de compartir algo, más allá de los inconvenientes, y el medio nos hace parecer como unos perdidos en el medio de la nada.


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