miércoles, 14 de abril de 2010

Materialismo del encuentro, de la lluvía (Althusser)

Llueve. Que este libro sea pues, para empezar, un libro sobre la simple lluvia. Malebranchel se preguntaba «por qué llueve sobre el mar, los grandes caminos y las dunas», ya que esta agua del cielo que en otros sitios riega cultivos (lo cual está muy bien) no añade nada al agua del mar o se pierde en las rutas y en las playas. No se tratará de este tipo de lluvia, providencial o contra-providencial. Este libro trata muy al contrario de otra lluvia, de un tema profundo que corre a través de toda la historia de la filosofía y que ha sido combatido y reprimido tan pronto como ha sido enunciado: la «lluvia» (Lucrecio) de átomos de Epicuro que caen en paralelo en el vacío, la «lluvia» del paralelismo de los atributos infinitos en Spinoza, y de otros muchos más: Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Marx, Heidegger incluso, y Derrida.
Éste es el primer punto que, descubriendo de entrada mi tesis principal, querría poner de manifiesto: la existencia de una tradición materialista casi completamente desconocida en la historia de la filosofía: el «materialismo» (es imprescindible alguna expresión para demarcarlo en su tendencia) de la lluvia, la desviación, el encuentro y la toma de consistencia. (…)
Epicuro nos explica que, antes de la formación del mundo, infinidad de átomos caían en paralelo en el vacío. No paraban de caer. Lo que implica que antes del mundo no había nada, y al mismo tiempo que todos los elementos del mundo existían por toda la eternidad antes de que hubiese ningún mundo. Lo que implica también que antes de la formación del mundo no existía ningún Sentido, ni Causa, ni Fin, ni Razón ni sinrazón. La no-anterioridad del Sentido es una tesis fundamental de Epicuro con la que se opone tanto a Platón como a Aristóteles. Sobreviene el clinamen.(…) El clinamen es una desviación infinitesimal, «lo más pequeña posible», que tiene lugar «no se sabe dónde ni cuándo ni cómo», y que hace que un átomo «se desvíe» de su caída en picado en el vacío y, rompiendo de manera casi nula el paralelismo en un punto, provoque un encuentro con el átomo que está al lado y de encuentro en encuentro una carambola y el nacimiento de un mundo, es decir, del agregado de átomos que provocan en cadena la primera desviación y el primer encuentro. Que el origen de todo mundo, y con ello de toda realidad y todo sentido, sea debido a una desviación, que la Desviación y no la Razón o la Causa sea el origen del mundo, da una idea del atrevimiento de la tesis de Epicuro. ¿Quién, en la historia de la filosofía, ha retomado pues la tesis de que la Desviación era originaria y no derivada?
Para que la desviación dé lugar a un encuentro del que nazca un mundo, hace falta que dure, que no sea un «encuentro breve» sino un encuentro duradero que devenga así la base de toda realidad, de toda necesidad, de todo sentido y de toda razón. Pero el encuentro también puede no durar y, así, no constituir un mundo. Es más, vemos que el encuentro no crea nada de la realidad del mundo (que no es más que átomos aglomerados), sino que confiere a los átomos mismos la realidad que poseen. Sin la desviación y el encuentro los átomos no serían más que elementos abstractos, sin consistencia ni existencia. (…)
Nunca un encuentro llevado a cabo y que no sea breve sino duradero podrá garantizar que mañana aún durará, en vez de deshacerse. Igual que habría podido no tener lugar, puede no seguir teniendo lugar: «la fortuna pasa y varía», testifica Borgia, a quien todo le sale bien hasta que llegan los famosos días de las fiebres.
En otros términos, nada puede jamás garantizar que la realidad del hecho consumado sea la garantía de su eternidad: todo lo contrario, ningún hecho consumado, incluso electoral —y todo aquello que haya en él de necesidad y de razón no es más que encuentro provisional, pues todo encuentro es provisional incluso si dura— implica en absoluto la eternidad de las «leyes» de ningún mundo ni de ningún Estado. La historia no es más que la revocación permanente del hecho consumado por parte de otro hecho indescifrable a consumar, sin que se sepa, ni de antemano ni nunca, dónde ni cómo se producirá el acontecimiento de su revocación.
Simplemente llegará un día en el que los juegos estén por redistribuirse, y los dados estén de nuevo por ser lanzados sobre el tablero vacío.

2 comentarios:

  1. buenísimo!
    Cómo es el nombre del libro de Althusser donde trabaja este concepto?
    Gracias!

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    1. Muy bueno. Althusser está muy bien. Título: Para un materialismo aleatorio.

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